domingo, diciembre 16, 2012

Estoy esperando un escritorio. Me cansé de escribir sobre la cama, en cafés y  bares. Me cansé de escribir en las paredes, en los pupitres de la universidad o en el metro. Me cansé de escribir en el aire, con los ojos y no alcanzar si quiera a tomar papel y lápiz.

Resulta que me cansé de escribir sobre ti, de tus ojos ciegos, de tus pestañas azules, de tus manos insensibles. Me cansé de vivirte - o revivirte - en la palabra pasión - o locura -. Ya no quiero tus ráfagas de viento, tus caricias turbadoras, ni tus laberintos. Ya no quiero tus oscuridades ni tu falsa luz. Me cansé de construirte, destruirte y reconstruirte en hojas opacas. Me cansé de amarte sobre camas ajenas, olvidarte al salir a la calle y volverte amar en pedacitos, al cerrar los ojos.

Me cansé de que no seamos nada. De no existir ni existir-nos.

Paz Danae Oyarzún


domingo, octubre 14, 2012

Espantapájaros - Oliverio Girondo



No se me importa un pito que las mujeres
tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de soportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible


- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!
Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase,
tan locamente, de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos?


¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo
y sus miradas de pronóstico reservado?
¡María Luisa era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa.
Volando me preparaba el baño, la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando,
de algún paseo por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba con sus piernas de pluma,
para llevarme, volando, a cualquier parte.
Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia
que nos aproximaba al paraíso;
durante horas enteras nos anidábamos en una nube,
como dos ángeles, y de repente,
en tirabuzón, en hoja muerta,
el aterrizaje forzoso de un espasmo.
¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera...,
aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!
¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...
la de pasarse las noches de un solo vuelo!
Después de conocer una mujer etérea,
¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre?


¿Verdad que no hay diferencia sustancial
entre vivir con una vaca o con una mujer
que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?
Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender
la seducción de una mujer pedestre,
y por más empeño que ponga en concebirlo,
no me es posible ni tan siquiera imaginar
que pueda hacerse el amor más que volando.



Oliverio Girondo

miércoles, septiembre 19, 2012

Un bonsái incluye la maceta, fuera de ella el árbol deja de ser un bonsái. (Esto no es una reseña)

Quiero ver Bonsái, le dije a mi novio. Pasaba el tiempo y todavía no pillábamos la película en Internet. Quiero ver Bonsái porque se trata de una pareja estudiantes de Literatura (yo estudio Literatura, mi novio pedagogía en Castellano. Estamos condenados, lo sabemos). Un viernes por la noche llegó con la película pirateada - un buen pirateado, debo agregar-. Yo estaba de cumpleaños.

Vimos Bonsái comiendo sushi. Él no comió.
Mientras la veíamos comprendí que no solo era una película chilena sino que estaba basada en un libro de un autor chileno.

Me encantó la película. Sus silencios.  Bosques valdivianos, calles valdivianas, micros valdivianas. Santiago, calles de Santiago, cafés de Santiago, librerías de la calle Merced, ruidos de micro. Sexo, amor, lecturas, ternura. Plantita. Estudiantes de literatura. Libros. Sexo.

Cuando terminó la película mi novio me besó. Nos besamos. Más besos. Calor. Más calor. Manos buscando cierre del pantalón. Manos subiendo la falda. Movimiento verticales. Movimientos circulares. Respiración acelerada. Más acelerada. Más. Un gemido callado.

Busqué el libro en Internet y lo encontré: Bonsái de Alejandro Zambra.

Paz Danae Oyarzún




miércoles, septiembre 05, 2012


I

Yo escribo. Siempre escribo. Escribo cuando algún hito se inserta en la línea de tiempo de mi vida. Escribí cuando murió mi abuelita, cuando papá sufrió un ataque cardíaco, cuando me dejó mi primer novio. Hoy también escribo.
No tengo nada muy claro. Nunca he sido muy tajante. No soy tajante. Tampoco me gustan las categorías. Nada es esto o estotro a secas. Tampoco me gusta la palabra categoría. Es por eso que no me conformo con nada, no tengo personalidad, ni una identidad propia. No puedo ser una sino muchas a la vez. Soy un montón de cosas. Soy amiga, soy comida, soy novia, soy honesta, soy fiel, soy mentirosa, soy puta, soy caliente, soy tierna, soy labios, soy piernas, soy tuya, soy mía.


Paz Danae Oyarzún

martes, julio 31, 2012


II
¿Qué esfinge de cemento y aluminio reventó sus cráneos y devoró sus
cerebros y su imaginación?
¡Moloch! ¡Soledad! ¡Inmundicia! ¡Fealdad! ¡Latas de basura e inalcanzables
dólares! ¡Niños chillando bajo las escaleras!
¡Muchachos sollozando en los ejércitos! ¡Ancianos llorando
quedamente en los parques!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Pesadilla de Moloch! ¡Moloch el sin amor!
¡Moloch mental! ¡Moloch el inmisericorde juez de los
hombres!
¡Moloch prisión incomprensible! ¡Moloch cárcel desalmada de tibias
cruzadas y Congreso de aflicciones! ¡Moloch cuyos edificios
son veredictos! ¡Moloch la vasta piedra de la guerra!
¡Moloch los anonadados gobiernos!
¡Moloch cuya mente es pura maquinaria! ¡Moloch cuya sangre es el
fluir del dinero! ¡Moloch cuyos dedos son diez ejércitos!
¡ M oloch cuyo pecho es una dinamo caníbal! ¡Moloch cuyo
oído es una humeante tumba!
¡Moloch cuyos ojos son un millar de ventanas cegadas! ¡Moloch cuyos
rascacielos se yerguen en las largas avenidas como inacabables
Jehovahs! ¡Moloch cuyas fábricas sueñan y croan en
la niebla! ¡Moloch cuyas chimeneas y antenas coronan las
ciudades!
¡Moloch cuyo amor es petróleo y piedra sin medida! ¡Moloch cuya
alma es electricidad y bancos! ¡Moloch cuya pobreza es el
espectro del genio! ¡Moloch cuyo sino es una nube de
asexuado hidrógeno! ¡Moloch cuyo nombre es la Mente!
¡Moloch en cuyo seno me aposento en soledad! ¡Moloch en cuyo seno
sueño ángeles! ¡Demente en el seno de Moloch! ¡Chupapollas
en Moloch! ¡Desamado y sin hombre en el seno de
Moloch!
¡Moloch que penetró en mi alma tempranamente! ¡Moloch en cuyo
seno soy una consciencia sin cuerpo! ¡Moloch que me
aterrorizó sacándome de mi éxtasis natural! ¡Moloch a
quien abandono! ¡Despertad en el seno de Moloch! ¡La
Luz cae del cielo en torrentes!
¡Moloch! ¡Moloch! ¡Robóticos apartamentos! ¡suburbios invisibles!
¡tesorerías esqueléticas! ¡capitales ciegos! ¡demoníacas industrias!
¡naciones espectrales! ¡manicomios invencibles!
¡penes de granito! ¡bombas monstruosas!
¡Se quebraron las espaldas elevando a Moloch hasta los Cielos!
¡Pavimentos, árboles, radios, toneladas! ¡elevando la ciudad
al Cielo que existe y está por doquiera en torno nuestro!
¡Visiones! ¡presagios! ¡alucinaciones! ¡milagros! ¡éxtasis! ¡arrastrados
todos por el río americano!
¡Sueños! ¡adoraciones! ¡iluminaciones! ¡religiones! ¡todo el cargamento
de sensiblera bazofia!
¡Adelantaos! ¡sobre el río! ¡flipes y crucifixiones! ¡todo arrastrado por
la corriente! ¡Globos! ¡Epifanías! ¡Desesperaciones! ¡Diez
años de gritos y suicidios de animales! ¡Mentes! ¡Nuevos
amores! ¡Loca generación! ¡abajo sobre las rocas del
Tiempo!
¡Auténtica risa sagrada en el río! ¡Lo vieron todo! ¡los ojos
enloquecidos! ¡los sagrados alaridos! ¡Se despidieron!
¡Saltaron desde el tejado! ¡hacia la soledad! ¡agitando el
brazo! ¡con flores en las manos! ¡Al río! ¡a la calle!


Allen  Ginsberg
Aullido y otros poemas

lunes, julio 30, 2012

¿No sientes en el frío? II

Frío. Tengo mucho frío. Estás ahí y el frío se sigue sintiendo. Estás ahí y pareciera que el frío sale de ti. De tu cuerpo congelado y gris, de tus ojos mirando al lado opuesto a mí.
Aunque me tomes la mano, como antes o como siempre, se siente distinto. Tu mano ahora quema, quema mucho, pero no de calor, sino de frío. Me quemas de frío.
Quiero dejar la metáfora del frío. Pero no me quiero ir. Sabes que no me quiero ir. Todavía no...

No me quiero congelar.



Paz Danae Oyarzún 

miércoles, julio 25, 2012

sábado, julio 21, 2012

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración

A unos les gusta el alpinismo. A otros les entretiene el dominó. A mí me encanta la transmigración.


Mientras aquéllos se pasan la vida colgados de una soga o pegando puñetazos sobre una mesa, yo me lo paso transmigrando de un cuerpo a otro, yo no me canso nunca de transmigrar.


Desde el amanecer, me instalo en algún eucalipto a respirar la brisa de la mañana. Duermo una siesta mineral, dentro de la primera piedra que hallo en mi camino, y antes de anochecer ya estoy pensando la noche y las chimeneas con un espíritu de gato.


¡Qué delicia la de metamorfosearse en abejorro, la de sorber el polen de las rosas! ¡Qué voluptuosidad la de ser tierra, la de sentirse penetrado de tubérculos, de raíces, de una vida latente que nos fecunda... y nos hace cosquillas!


Para apreciar el jamón ¿no es indispensable ser chancho? Quien no logre transformarse en caballo ¿podrá saborear el gusto de los valles y darse cuenta de lo que significa “tirar el carro”?...


Poseer una virgen es muy distinto a experimentar las sensaciones de la virgen mientras la estamos poseyendo, y una cosa es mirar el mar desde la playa, otra contemplarlo con unos ojos de cangrejo.


Por eso a mí me gusta meterme en las vidas ajenas, vivir todas sus secreciones, todas sus esperanzas, sus buenos y sus malos humores.


Por eso a mí me gusta rumiar la pampa y el crepúsculo personificado en una vaca, sentir la gravitación y los ramajes con un cerebro de nuez o de castaña, arrodillarme en pleno campo, para cantarle con una voz de sapo a las estrellas.


¡Ah, el encanto de haber sido camello, zanahoria, manzana, y la satisfacción de comprender, a fondo, la pereza de los remansos.... y de los camaleones!...


¡Pensar que durante toda su existencia, la mayoría de los hombres no han sido ni siquiera mujer!... ¿Cómo es posible que no se aburran de sus apetitos, de sus espasmos y que no necesiten experimentar, de vez en cuando, los de las cucarachas... los de las madreselvas?


Aunque me he puesto, muchas veces, un cerebro de imbécil, jamás he comprendido que se pueda vivir, eternamente, con un mismo esqueleto y un mismo sexo.


Cuando la vida es demasiado humana —¡únicamente humana!— el mecanismo de pensar ¿no resulta una enfermedad más larga y más aburrida que cualquier otra?


Yo, al menos, tengo la certidumbre que no hubiera podido soportarla sin esa aptitud de evasión, que me permite trasladarme adonde yo no estoy: ser hormiga, jirafa, poner un huevo, y lo que es más importante aún, encontrarme conmigo mismo en el momento en que me había olvidado, casi completamente, de mi propia existencia


Oliverio   Girondo