miércoles, septiembre 19, 2012

Un bonsái incluye la maceta, fuera de ella el árbol deja de ser un bonsái. (Esto no es una reseña)

Quiero ver Bonsái, le dije a mi novio. Pasaba el tiempo y todavía no pillábamos la película en Internet. Quiero ver Bonsái porque se trata de una pareja estudiantes de Literatura (yo estudio Literatura, mi novio pedagogía en Castellano. Estamos condenados, lo sabemos). Un viernes por la noche llegó con la película pirateada - un buen pirateado, debo agregar-. Yo estaba de cumpleaños.

Vimos Bonsái comiendo sushi. Él no comió.
Mientras la veíamos comprendí que no solo era una película chilena sino que estaba basada en un libro de un autor chileno.

Me encantó la película. Sus silencios.  Bosques valdivianos, calles valdivianas, micros valdivianas. Santiago, calles de Santiago, cafés de Santiago, librerías de la calle Merced, ruidos de micro. Sexo, amor, lecturas, ternura. Plantita. Estudiantes de literatura. Libros. Sexo.

Cuando terminó la película mi novio me besó. Nos besamos. Más besos. Calor. Más calor. Manos buscando cierre del pantalón. Manos subiendo la falda. Movimiento verticales. Movimientos circulares. Respiración acelerada. Más acelerada. Más. Un gemido callado.

Busqué el libro en Internet y lo encontré: Bonsái de Alejandro Zambra.

Paz Danae Oyarzún




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